Los niños con TGD padecen un déficit en habilidades mentalistas, lo que repercute
en la capacidad para entender las creencias y deseos de los demás, siendo por
tanto incapaces de predecir las acciones y conductas de los otros, en definitiva
presentan un importante déficit en la conducta social.
La teoría de la mente nos proporciona un mecanismo para comprender el
comportamiento social, si a una persona le faltara la teoría de la mente, es decir, si
una persona estuviera ciega ante la existencia de estados mentales, el mundo
social le parecería caótico, confuso y por tanto, pudiera ser que incluso le infundiera
miedo. En el peor de los casos esto podría llevarles a apartarse del mundo social
completamente y lo menos que podría suceder es que les llevara a realizar escasos
intentos de interacción con las personas, tratándoles como si no tuvieran "mentes"
y por tanto comportándose con ellas de forma similar a como lo hacen con los
objetos inanimados.
Se ha dicho que una teoría de la mente es también esencial para una comunicación
normal, tanto verbal como no verbal. Comprendemos el significado que hay detrás
de las expresiones o gestos y el habla de la otra persona, mediante la referencia a
sus intenciones y creencias.
La planificación de todo aquello que se vaya a trabajar con el niño debe seguir una
secuenciación clara, que se muestra a continuación.
secuenciación clara, que se muestra a continuación.
Identificación de gestos y pictogramas y relación con su emoción: Debemos
enseñar al niño a reconocer diferentes estados emocionales básicos (alegría,
tristeza, enfado y susto). Para ello es conveniente tener un amplio repertorio de
imágenes que representen estos estados. Con estas imágenes se realizarán
clasificaciones, ofreciéndole imágenes de distintas personas en el mismo y en
distintos estados, para que escoja las que representan la misma emoción. Después,
se llevarán a cabo tareas comprensivas: “Coge triste, dame enfadado” y de
denominación: “¿Cómo está esta persona? y el niño deberá decir la palabra”
Por último, cuando el niño relacione cada pictograma y fotografía con su emoción y
sea capaz de gesticularla, podemos realizar con él un álbum de emociones que le
sirva para recordarlas, favoreciendo con ello la generalización de comprensión de
emociones a otros entornos.
Comprensión de la relación entre situación y emoción: El siguiente paso será
trabajar el que el niño sea capaz de identificar qué estados emocionales se
producen en diversas situaciones (anticipar la emoción que se producirá), así como
ser capaz de explicar la relación causal entre situación y emoción. Las actividades a
realizar son principalmente de análisis de imágenes o la realización de
representaciones con miniaturas. Generaremos situaciones y realizaremos
preguntas sobre ellas.
Comprensión de la relación entre creencia y emoción: Éste es el paso de mayor
complejidad en el trabajo de las habilidades socio-emocionales ya que implica
resolver y analizar situaciones basadas en los estados mentales de otras personas.
Para poder abordarlas, es necesario que los niños conozcan términos mentales
(pensar, creer, imaginar…), ser capaces de emplear bocadillos y nubes de
pensamientos y tener ciertas habilidades de Teoría de la Mente que les permita
diferenciar las creencias de otros de las propias. Para desarrollar este paso
trabajaremos actividades con viñetas y miniaturas.
Además podemos utilizar otros recursos más prácticos para el niño, como cajas de
caramelos o galletas donde introduzcamos otro objeto inesperado.
Junto con el niño introduciremos el objeto inesperado en la caja de galletas, e
iremos a otro familiar a preguntarle, ¿qué crees que hay aquí?, la persona que esté
interactuando con nosotros dirá que hay galletas porque no ha visto cómo hemos
introducido otro objeto en la caja de galletas, lo cual nos llevará a la enseñanza
“ver lleva a conocer, la otra persona no lo sabe porque no lo ha visto”.
A parte de trabajar el desarrollo de conducta emocional, y de empatía con los otros,
los niños con TEA requieren también de una planificación y organización de su
conducta social. Como hemos dicho, este tipo de niños funcionan muy bien dentro
de actividades con importante carga rutinaria, pero las relaciones sociales suelen
darse en situaciones poco estructuradas, como fiestas: navidades, cumpleaños,
salidas con la familia y amigos, etc. Los niños con TGD suelen presentar
importantes dificultades en estas actividades, por lo que es importante
planificárselas y explicárselas con cierta antelación. Esta planificación y análisis
previo de las situaciones se pueden llevar a cabo con dos elementos claves: las
historias sociales y los guiones sociales.
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