Si educas y enseñas a tu hijo para que sea bueno y
feliz, estarás ayudando a que mi hijo también sea bueno y feliz cuando se crucen
en el camino. Y si mi hijo es feliz, él
también contribuirá a que otros lo sean. Esta hermosa cadena no acaba aquí,
porque cuando tu hijo y mi hijo sean
adultos y tengan una profesión (maestro, tendero, médico, taxista,
presidente del gobierno o cualquier otra) encontrarán a muchas otras
personas en su camino a quienes
transmitirán lo mejor de sí mismos. Sin duda, ello revertirá en un mundo mejor
para todos. Merece la pena intentarlo,
¿verdad que sí?
Los padres que sean capaces de educar a sus hijos según
el punto de vista de la psicología positiva y de involucrarse activamente en
esta tarea sin duda estarán contribuyendo
a prevenir que sus hijos sufran ciertos problemas psicológicos y sociales en el
futuro. Dicho de otra forma, los adultos, padres, madres, abuelos y educadores en general que se dediquen con
determinación a potenciar a estos niños, estarán sentando las bases para que el
día de mañana éstos se conviertan en
personas sanas emocionalmente y, por extensión,
felices.
Podemos definir las fortalezas del carácter como los
aspectos psicológicos que definen a las virtudes, y a su vez las virtudes como
las características nucleares y centrales
del carácter. Quiero hacer hincapié en que estas fortalezas son transculturales
y universales, y lo que es más sorprendente, son capacidades que se adquieren, de las que disponemos todas las
personas en mayor o menor grado y que contribuyen positivamente a alcanzar la
excelencia del individuo en todas y cada
una de sus facetas (individual, social, intelectual,
etcétera).
Los últimos trabajos en psicología positiva
determinan que esas fortalezas y virtudes no son ni algo abstracto, ni algo
mágico; de hecho, varios autores de trabajos
empíricos, como los prestigiosos Martin Seligman y Christopher
Peterson, han conseguido clasificarlas. Han llegado a la conclusión de que
son 24 y las han distribuido temáticamente
en seis categorías:
Sabiduría y conocimiento. Fortalezas cognitivas
relacionadas con el conocimiento, su uso y la manera de
adquirirlo.
- Curiosidad e interés por el mundo.
- Amor por el conocimiento y el aprendizaje.
- Juicio, pensamiento crítico, mentalidad abierta.
- Ingenio, originalidad, inteligencia práctica.
- Perspectiva.
Coraje. Fortalezas emocionales orientadas a alcanzar metas y objetivos ante situaciones difíciles.
- Valentía.
- Perseverancia y diligencia.
- Integridad, honestidad, autenticidad.
- Vitalidad y pasión por las cosas.
Humanidad. Fortalezas interpersonales orientadas
a ofrecer afecto, cariño y a cuidar a los demás
- Amor, apego, capacidad de amar y ser amado.
- Simpatía, amabilidad, generosidad.
- Inteligencia emocional, personal y social.
Justicia. Fortalezas cívicas que favorecen
situaciones de armonía social para la convivencia con los
demás
- Ciudadanía, civismo, lealtad, trabajo en equipo.
- Sentido de la justicia, equidad.
- Liderazgo.
Moderación. Fortalezas que nos protegen de caer
en el exceso y la desproporción.
- Capacidad de perdonar, misericordia.
- Modestia, humildad.
- Prudencia, discreción, cautela.
- Autocontrol, autorregulación.
Trascendencia. Fortalezas que otorgan significado a la vida.
- Apreciación de la belleza y la excelencia, capacidad de asombro.
- Gratitud.
- Esperanza, optimismo, proyección hacia el futuro.
- Sentido del humor.
- Espiritualidad, fe, sentido religioso.
A la vista de esta extensa lista, parece evidente que no todo el mundo tiene todas las fortalezas igualmente desarrolladas; de hecho, cada persona tiene su propio mapa de virtudes y fortalezas, y por ello debemos conocer cuáles son y cómo potenciarlas, muy especialmente en los niños. Según Vera Poseck, de las 24 fortalezas citadas, cinco están directamente relacionadas con la satisfacción con la vida:
- Gratitud
- Optimismo
- Entusiasmo
- Curiosidad
- Capacidad de amar y de ser amado.
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